Vistas de página en total

jueves, 26 de enero de 2012

BLANCA ROSA DE LAS NIEVES



Erase una vez una bella princesa, con una sonrisa luminosa y unos ojos que reflejaban tanto amor que todos quienes la concian la amaban, gustaba de la música y los animales.

Venia de una familia noble y buena, pero con muchos apuros económicos, esto no amilanaba a nuestra bella princesa, ya que gustosa busco trabajo.



Encontró en una familia un poco extraña pero encantadora, con dos pequeños que la hacían reír con sus travesuras. Blanca los consentía con exquisitos y sabrosos platos, siempre preocupándose de una buena nutrición. Con su alegría y bondad se gano como siempre el corazón de todos.

Se daba el tiempo de compartir con su familia y amigos, amaba bailar, salir, disfrutar de un día de campo, era feliz.



No muy lejos vivía una malvada bruja, una verdadera yegua, sin animo de ofender a la hembra de los caballitos. Malvada, ambiciosa, egoísta, que con sus malas artes había logrado esclavizar  a su voluntad a un no muy brillante príncipe.

Como la malvada de esta historia podía engañar o embrujar a una o dos personas, pero no a todo un reino, decidió buscarle una esposa a su embrujado príncipe. No quería arriesgarse a ser descubierta y quemada en la plaza publica.



Ordeno al príncipe la invitara a salir, nuestra princesita no se mostro muy entusiasmada, además el héroe de la familia, un precioso ornitorrinco la advirtió de los peligros.



Mas nuestra malvada bruja era perseverante y mediante una manzana, la hizo caer desmayada y al primer hombre que viera se enamoraría loca y ciegamente. Por supuesta ella se encargo fuera su pusilánime príncipe.



De nada sirvieron las advertencias ni consejos, la bruja había hecho bien su trabajo.



Así fue como nuestra pequeña, frágil y bella princesa termino casada con el príncipe, viviendo en un castillo frio, sin amor, llena de restricciones y formalidades. Poco a poco fue perdiendo su sonrisa, su alegria, hasta las ganas de comer.



Fueron necesarias muchas las lágrimas para que finalmente el hechizo se rompiera. Los nuevos encantamientos ya no dieron resultado y vio la realidad.

Desperto y su bondad nuevamente broto, la que vertió en sus hijos y la gente mas necesitada, ganándose nuevamente el afecto de muchos. Era una princesa de corazones.

Mas nunca volvió a disfrutar, reír y amar como lo hizo antes.





Colorín colorado este cuento se ha acabado, paso por un zapatito roto y otro día les cuento otro

Nota: Cualquier semejanza con la realidad podría ser solo coincidencia

Miedo

Gabriela MistralYo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.

Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.

Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!

LOS TRES CERDITOS



Eran tres cerditos gorditos y rosaditos, vivían en la casa más grande y hermosa del pueblo, muy alegres y juguetones, siempre haciendo bromas, en especial se divertían haciendo que el tímido lobo del pueblo hiciera “gracias” para ellos, como dar la pata, hacerse el muerto, a cambio de eso le daban las sobras del almuerzo.



Era un lobito solitario y triste,  muy joven había visto morir a sus padres. Un cazador quería su bello pelaje para el abrigo de su amada.

Así vivía nuestro joven amigo de la caridad de la gente, aceptando burlas y humillaciones de ser necesario con el fin de sobrevivir.

Los cerditos crecieron, dado su carácter alegre le gustaban mucho las juergas, un día que se les acabo el dinero, su padre un cerdo bastante severo y mal genio les dio un serio sermón sobre la responsabilidad y la importancia del dinero. Decidieron esperar que volviera su cerda madre que andaba de viaje con una amigas, ella era bastante mas comprensiva.

Mientras tanto unas simpáticas cerditas los invitaron a vivir con ellas,  vivían en un simpático bungalow de paja, donde continuaron las fiestas.

El tiempo fue transcurriendo, cuando llego la madre, el cerdo padre se negó a admitirlos en casa hasta que maduraran y fueran unos cerdos responsables. Mas como se consideraba un buen padre les dio una buena cantidad de dinero para que vivieran bien, no se fuera a decir por ahí que sus hijos pasaban necesidades.



Por otra parte nuestro humilde lobo, ya joven lobo, seguía pasando penurias ya que nadie le daba trabajo, pues es sabido que no se puede confiar en los lobos, más se comentaba que sus padres fallecieron en curiosas circunstancias, quien sabe que harían para mereces dicha muerte, comentaba la gente, así sin trabajo vagaba, recogiendo lo que la gente botaba, al ver su aspecto desnutrido, desmejorado la gente se alejaban asustadas.



Por cosa del destino llego al bungalow donde se celebraba una de las tantas fiestas, el aroma que llegaba era delicioso, sus salivares comenzaron a funcionar, y por una ventana vio a sus antiguos amigos, quienes siempre le convidaban comida, los llamo, y al verlo ellos se burlaron. Se alejo, pero el aroma de las mazorcas asadas lo perseguía, decidió soplar para alejar la tentadora fragancia, y lo hizo tan fuerte que la casa se derrumbó, asustados. los cerditos huyeron

Nuestro lobo anonado decidió entras a ver que quedo de comida, comiendo desesperado lo que había en el suelo, de pronto frente a la chimenea la vio …. Una piel de lobo, sucia, pisada, con resto de alcohol encima, su vista se nublo, vio a su padre frente a su madre y la sangre, un terrible aullido se escuchó en la noche

Su olfato se agudizo y siguió el rastro de los cerditos que habían ido donde un primo que tenía una casa de madera, allá llego un lobo furioso y ciego de rabia, que de dos soplidos derribo la casa, pero los cerditos tomaron el auto del primo y nuevamente huyeron,. Esta vez nadie los quiso recibir, ya que se sabía el lobo los buscaba, asunto de drogas comentaban algunos, esos chicos siempre metiéndose en líos comento otra vecina.

Así los cerditos recordaron la cabaña de ladrillo en el bosque, la cabaña de cacería del padre, aun guardaban las llaves y tras hacer uso de sus tarjetas de crédito en un supermercado, bien abastecidos llegaron a la cabaña. Y comenzaron a preparar una suculenta cena, en la chimenea, arroz, verduras salteadas, setas, el olor impregno el bosque.

Olor que nuestro lobo percibió, cuando el lobo vio la cabaña, tan parecida a la del otro cazador su furia aumento si eso era posible, de un brinco atravesó los cristales y antes que se dieran cuenta sus colmillos estaban clavado en el más pequeño y gordito de los cerditos, los otros gritaban y lo golpeaban con el atizador y una escoba, el lobo acostumbrado a los malos tratos y ciego de furia. no sintió nada, y así uno a uno fueron cayendo los otros dos cerditos. De pronto la puerta se abrió y escopeta en mano el sheriff disparo.

El sheriff conocedor de las leyes y los derechos de los animales lo cedo y encarcelo, en el juicio el fiscal adujo demencia temporal y que la culpa fue de la sociedad por no dar oportunidades al pobre lobito, por otro lado la defensa aludía que era un peligro para la sociedad. En una reunión privada entre ambos abogados llegaron a un acuerdo, de que sufriera presidio perpetuo, pero en la cárcel de unos humanos, nunca se supo porque se decidió que en una cárcel humana, pero se vio a los abogados en automóviles nuevos.

Así nuestro personaje acabo en un zoológico grande y moderno, donde tenía una enorme jaula para él solo, dado su peligrosidad, los primeros días gruñía furioso y trataba de morder a gente que estaba encerrada tras unos barrotes, las que asombrada, abría los ojos y retrocedían, siii retrocedían ante él.

Siguió gruñendo y cada vez había más gente tras esa jaula, ahora era importante, todos los respetaban, si gruñía hasta le traían comida, y cuando dormía alguien limpiaba donde el vivía, su pedazo de bosque, del que no salía para que nadie se lo ocupara. Ahora era dueño de un trozo de bosque y nadie entraba a molestarlo, porque él era un lobo feroz, le llevaban comida, muchas veces cerdo. Y vivio feliz para siempre.



Colorín colorado este cuento se ha acabado