Así Pedrito que se consideraba un joven audaz, atlético y de gran inteligencia, comenzó a subir rápidamente por el tallo, subía y subía. Muy pronto dejo de ver la casa, lo rodeaban las nubes, que lejos de ser suaves y esponjosas, eran frías y húmedas, sentía las manos casi dormidas de frío, era fuerte la tentación de tenderse sobre uno de los gruesos tallos y dormir una siesta, pero recordó un programa de televisión donde se morían de frio. Así que pese al dolor, similar miles de alfileres clavados en sus manos, siguió subiendo.
Cada vez el cansancio era mayor, quizás debió partir mas lento, pensaba, cuando lentamente la sed se fue apoderando de él, la lengua pegada al paladar, paró y respiró profundo, extrañaba las nubes, y aun mas la cantimplora que su madre le preparaba cuando iba la campo ¿Por qué no la trajo?, no podía seguir, la sed lo consumía, sentía la lengua como un peso en su boca, los labios le dolían, probo a succionar su ropa que aun seguía húmeda, sabia asquerosa, pero algo lo alivio.
Por un momento pensó en regresar, pero un chico audaz no se rinde, además con todo lo subido seguro que no faltaría mucho.
Siguió subiendo esta vez mas despacio, ya con algunas ampollas en las manos, la ropa raída, y un cansancio que varias veces lo hizo pisar donde no debía, por suerte cada vez el árbol era más frondoso.
Finalmente llego a lo que parecía un hermoso país y al fondo un imponte castillo.
Desapareció el cansancio, los dolores, ese castillo seguro guardaba grandes riquezas, se encamino con paso firme con la vista fija en el edificio.
Al llegar se percato de sus inmensas dimensiones, con mucho cuidado lo rodeo, y lo primero que vio es una gran fuente con agua a la que se lanzó, bebió y se baño.
Sintió unos pasos y un enorme gato corría hacia él, en ese momento se dio cuenta que estaba en el bebedero gatuno, se apoyo fuertemente en el borde y dando uno de sus famosos saltos, alcanzo a llegar cerca de la mesa y meterse debajo de la pesada alfombra, que el gato comenzó a arañar, se arrimó lo mas que pudo a lo que parecía ser la pata de una mesa. El gato seguía furioso hasta que escucho una osca voz femenina
· Que haces gato del demonio, arañando la alfombra que me regalo mi madre- se sintió un maullido y un golpe, supuso que abrían tirado el gato por la ventana. Un problema menos.
Cuando sintió unos pasos que hacían retumbar toda la habitación con alfombra y todo Pedrito pego un par de saltos. Con la cortapluma que siempre llevaba hizo un pequeño orificio para mirar.
Y vio unos zapatos más grandes que toda su casa.
- ¡siento olor a carne humana aquí ! dijo una voz atronadora, Pedrito recordó que los ogros comen personas y se puso a tiritar de miedo.
- Que tonterías dices, debe ser el estofado, este lugar aislado de todo te esta volviendo loco, deberíamos visitar a mi madre.
- La mujer le trae algo que olía delicioso, Pedrito sin comer casi se desvanecía, el ogro tenia muy malas maneras y botaba trozos de comida al suelo. A Pedrito le costó su fuerza voluntad no arrastraste por un pedazo.
Finalmente el ogro pareció cansarse de comer y dijo
- Mujer!!!! Tráeme mi sidra y mi bolsa de monedas preferidas.
- Mas parezco una sirvienta que tu mujer, dijo dejando de un fuerte golpe algo sobre la mesa- Me voy a dormir si quieres otra cosa la buscas tu.
Pedrito sentía al ogro beber y contar las monedas, pero en este momento lo que lo obsesionaba eran los restos de comida del suelo.
Finalmente sintió unos ronquidos que remecían la mesa, suavemente se atrevió a salir y devorar los restos de comida que era como magia, se sentía fuerte, aventurero, capaz de todo, y a travez del mantel subió a la mesa, el ogro se movió y murmuro carne humana, Pedrito se escondió tras la jarra, pero el ogro siguió durmiendo, esta vez la fortuna le sonrió y la bolsa le quedaba como una mochila y rápidamente, bajo y deslizo suavemente para no hacer ruido con las monedas hasta la grieta.
Una vez fuera corrió todo lo que le daban las piernas y bajo tan rápido que ni él mismo lo creyó.
Entro a la casa muy ufano sintiendo orgulloso de si mismo. Encontró a su madre llorando, ¿Qué te paso? ¿Por qué llegas tan tarde? ¿Por qué tu ropa esta destrozada le dice muy alarmada?.
Pedrito le cuenta en forma exagerada su aventura, la madre lo escucha en silencio, a ver la bolsa le dice, Pedrito se la pasa, con esto nunca mas pasaremos apuros le dice, no tendremos que trabajar.
Sorpresivamente la madre se para y comienza a regañarlo ¿Qué hice mal contigo? ¿no te he enseñado que no hay que robar?
- Era un ogro
- No importa quien sea lo mal avenido es mal aprovechado, este dinero no se tocará porque no es nuestro y mañana cortas ese árbol maldito.
- Es un hombre malo argumenta Pedrito.
- ¿no vamos a la iglesia todos los domingos? ¿no pones atención? Te informo jovencito que hay un mandamiento que dice “no robaras” ¿Qué parte no se entiende? , yo no vea que diga salvo que sea un ogro.
- Pedrito enojado, sintiéndose incomprendido se fue a dormir, por suerte alcanzo a echarse unas monedas a al bolsillo.
CONTINUARA