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jueves, 12 de julio de 2012

PEDRITO Y SU PRIMERA AVENTURA



Así Pedrito que se consideraba un joven audaz, atlético y de gran inteligencia, comenzó a subir rápidamente por el tallo, subía y subía. Muy pronto dejo de ver la casa,  lo rodeaban las nubes, que lejos de ser suaves y esponjosas, eran frías y húmedas, sentía las manos casi dormidas de frío, era fuerte la tentación de tenderse sobre uno de los gruesos tallos y dormir una siesta, pero recordó un programa de televisión donde se morían de frio. Así que pese al dolor, similar miles de alfileres clavados en sus manos, siguió subiendo.

Cada vez el cansancio era mayor, quizás debió partir mas lento, pensaba, cuando lentamente la sed se fue apoderando de él, la lengua pegada al paladar, paró y respiró profundo, extrañaba las nubes, y aun mas la cantimplora que su madre le preparaba cuando iba la campo ¿Por qué no la trajo?, no podía seguir, la sed lo consumía, sentía la lengua como un peso en su boca, los labios le dolían, probo a succionar su ropa que aun seguía húmeda, sabia asquerosa, pero algo lo alivio.

Por un momento pensó en regresar, pero un chico audaz no se rinde, además con todo lo subido seguro que no faltaría mucho.

Siguió subiendo esta vez mas despacio, ya con algunas ampollas en las manos, la ropa raída, y un cansancio que varias veces lo hizo pisar donde no debía, por suerte cada vez el árbol era más frondoso.



Finalmente llego a lo que parecía un hermoso país y al fondo un imponte castillo.

Desapareció el cansancio, los dolores, ese castillo seguro guardaba grandes riquezas, se encamino con paso firme con la vista fija en el edificio.


Al llegar se percato de sus inmensas dimensiones, con mucho cuidado lo rodeo, y lo primero que vio es una gran fuente con agua a la que se lanzó,  bebió y se baño.

Sintió unos pasos y un enorme gato corría hacia él, en ese momento se dio cuenta que estaba en el bebedero gatuno, se apoyo fuertemente en el borde y dando uno de sus famosos saltos, alcanzo a llegar cerca de la mesa y meterse debajo de la pesada alfombra, que el gato comenzó a arañar, se arrimó lo mas que pudo a lo que parecía ser la pata de una mesa. El gato seguía furioso hasta que escucho una osca voz femenina



·       Que haces gato del demonio, arañando la alfombra que me regalo mi madre- se sintió un maullido y un golpe, supuso que abrían tirado el gato por la ventana. Un problema menos.

Cuando sintió unos pasos que hacían retumbar toda la habitación con alfombra y todo Pedrito pego un par de saltos. Con la cortapluma que siempre llevaba hizo un pequeño orificio para mirar.

Y vio unos zapatos más grandes que toda su casa.

-        ¡siento olor a carne humana aquí !  dijo una voz atronadora, Pedrito recordó que los ogros comen personas y se puso a tiritar de miedo.

-        Que tonterías dices, debe ser el estofado, este lugar aislado de todo te esta volviendo loco, deberíamos visitar a mi madre.

     -        Cállate mujer y trae mi cena.
  
-        La mujer le trae algo que olía delicioso, Pedrito sin comer casi se desvanecía, el ogro tenia muy malas maneras y botaba trozos de comida al suelo. A Pedrito le costó su fuerza voluntad no arrastraste por un pedazo.

Finalmente el ogro pareció cansarse de comer y dijo

-        Mujer!!!! Tráeme mi sidra y mi bolsa de monedas preferidas.
   

-        Mas parezco una sirvienta que tu mujer, dijo dejando de un fuerte golpe algo sobre la mesa- Me voy a dormir si quieres otra cosa la buscas tu.




Pedrito sentía al ogro beber y contar las monedas, pero en este momento lo que lo obsesionaba eran los restos de comida del suelo.

Finalmente sintió unos ronquidos que remecían la mesa, suavemente se atrevió a salir y devorar los restos de comida que era como magia, se sentía fuerte, aventurero, capaz de todo, y a travez del mantel subió a la mesa, el ogro se movió y murmuro carne humana, Pedrito se escondió tras la jarra, pero el ogro siguió durmiendo, esta vez la fortuna le sonrió y la bolsa le quedaba como una mochila y rápidamente, bajo y deslizo suavemente para no hacer ruido con las monedas hasta la grieta.



Una vez fuera corrió todo lo que le daban las piernas y bajo tan rápido que ni él mismo lo creyó.

Entro a la casa muy ufano sintiendo orgulloso de si mismo. Encontró a su madre llorando, ¿Qué te paso? ¿Por qué llegas tan tarde? ¿Por qué tu ropa esta destrozada le dice muy alarmada?.

Pedrito le cuenta en forma exagerada su aventura, la madre lo escucha en silencio, a ver la bolsa le dice, Pedrito se la pasa, con esto nunca mas pasaremos apuros le dice, no tendremos que trabajar.
Sorpresivamente la madre se para y comienza a regañarlo ¿Qué hice mal contigo? ¿no te he enseñado que no hay que robar?

-        Era un ogro

      -        No importa quien sea lo mal avenido es mal aprovechado, este dinero no se tocará porque no es nuestro y mañana cortas ese árbol maldito.


-        Es un hombre malo argumenta Pedrito.


-        ¿no vamos a la iglesia todos los domingos? ¿no pones atención? Te informo jovencito que hay un mandamiento que dice “no robaras” ¿Qué parte no se entiende? , yo no vea que diga salvo que sea un ogro.

-        Pedrito enojado, sintiéndose incomprendido se fue a dormir, por suerte alcanzo a echarse unas monedas a al bolsillo.


CONTINUARA






viernes, 6 de julio de 2012

CELESTE LA GATA Y EL RATON MAGICO

Autora: Paula Burgos Romero
Edad:  7 años


Celeste era una hermosa gata muy regalona, que se encontró una rata y le dijo la gata:


-         Eres mi cena, te guste o no


Y la rata le dijo:
-         Te hago una propuesta, te guste o no.

-         ¿Cuál es la propuesta? – dijo

-         Es la siguiente, tú me sueltas y yo te concedo un deseo

-         OK – dijo la gata

El ratón le dijo:
-         El deseo se puede cumplir sólo en noche de luna llena, y solo tienes 1 deseo y no lo puedes cambiar.

La gata se comió otro ratón y no era mágico.



Ella uso único deseo y pidió que: viajara en el futuro.


 Resulta que viajo y vio todo lo que había sucedido y vio que venían una docena de ratones y ella iba a vivir con ellos y la querían matar y grito tan fuerte, tan, tan fuerte que se despertó.

Todo fue un sueño y no existía ningún ratón mágico.

Vivió feliz y fin.

sábado, 16 de junio de 2012

PEDRITO Y LA TENTACION



Había una vez un niño llamado Pedro, al que su madre con cariño llamaba Pedrito, vivían en una pequeña cabaña, sólo los dos ya que el padre había muerto en la guerra.



Eran muy pobres, la madre salía a trabajar en los campos vecinos y hacia lo posible por cultivar  un pequeño huerto en el escaso y pobre terreno, llegaba tan cansada la pobre mujer que a duras penas podía caminar.

Pedrito se entretenía en jugar, la madre le rogaba que estudiara para ver si un día salían de esa miseria, no le pedía que colaborara con las labores para que estudiara, y nada la desconcentrara.

Pedrito que se consideraba muy inteligente no pensaba gastarse horas en aburridos libros, se dedicaba a jugar y correr, era tan hábil que siempre ganaba las apuestas y los demás le hacían las tareas. Su simpatía y habilidades para convencer hacia que incluso le hicieran las pruebas. Odiaba ser pobre,  trabajar era para los tontos decia a sus amigos, así nunca se sale de la pobreza, el buscaría otra forma, en eso estaba pensando en como hacerse rico cuando su madre lo llama.

Pedrito, hijo, lamento interrumpir tus estudios de dice la madre con lágrima en los ojos “la blanquita” hace ya un mes que no nos da leche dice mirando a una vaca que pastaba muy cerca de la casa, véndela en el pueblo y trae los elementos para hacer pan, harina, levadura. Hare tortillas que saldrás a vender, a ver si nos da para otra vaca, dijo secándose con un pañuelo los ojos

Muchas veces el único alimento que contaron fue la leche de la vaca, que la sra Juanita (así se llamaba la madre) se esforzaba en dar el máximo rendimiento, hacia mantequilla, queso, ahora ya no tendrían eso por un tiempo, pero si las tortillas se vendían bien quizás pudiera comprar una vaquilla nueva.


Así partió Pedrito bastante molesto, pero lo dismulo bien, encontraba que esas labores no eran dignas para un chico como él, vender la vaca pase, podría quizás dedicarse en un principio a comprar y vender animales, había escuchado que no iba mal, pero vender tortillas ni loco, eso si que no, ya se imaginaban como se reirían los chicos del colegio. Así iba farfullando por el camino cuando escucho una voz casi un susurro.
-        Donde vas farfullando chiquillo – dijo un viajero al que su capa algo raida ocultaba su rostro.

Pedrito dudo un momento, su madre le había precavido de hablar con extraños, pero quizás este viajero comprara la vaca y se ahorraba el viaje al pueblo.

-        Al mercado señor, a vender este magnifico ejemplar.

-        Si es tan magnifico porque la vendes

-        Pues nuestro corral se ha hecho pequeño, pero con una vaca como esta .. y buscándole un buen novio pronto tendría grandes ganancias.

El hombre miro a Pedrito a los ojos, que pudo vislumbrar atravesó de la capa el brillo de unos ojos y una sonrisa ¿burlona, maligna, avariciosa? Avariciosa pensó Pedrito, seguro esta pensando en las ganancias.

-        Interesante le dijo el hombre, soy un famoso mago, el dinero es algo muy mundano para mí, pero este ejemplar me puede servir para un uso mágico. El hombre camino varias veces alrededor de la vaca, siii, parece ser lo que necesito.

-        Saco un pequeño saquito, te podría dar dos semillas mágicas

-        ¿dos semillas?!!!!

-        No son cualquier semilla, estas tienen características especiales, te crecen de tal medida que producen millones de veces por mata y –mirándolo a los ojos agrega- a los jóvenes audaces los puede llevar a lugares inesperados donde hay grandes fortunas.

Pedrito se imagina viviendo muchas aventuras, y sacos y sacos de semillas, no tener que pasar la humillación de vender las tortillas. Pero la voz de su madre parecía hablarle, decidió no escuchar.

-        Todo el saquito o no hay trato

-        Estas semillas son muy valiosas

-        Esta vaca también

-        Eres un buen comerciante, trato hecho y te has ahorrado un viaje al pueblo.


Así Pedrito regreso muy contento con el maravilloso negocio que había realizado.

Entrando en la casa se encuentra a la madre ¿Qué has olvidado? ¿el carro para traer la harina? ¿ y la vaca?.

Pedrito le cuenta lo sucedido, la madre perpleja le pide ver las semillas, no eras mas de un puñado de semillas de diversos cereales. Furiosa las arroja por la ventana.

Y por primera vez en la vida le grita a Pedrito, ¿Qué he hecho mal contigo? ¿No te das cuenta que ahora no tendremos que comer? le dijo con una gran tristesa.


Quizás he sido demasiado blanda contigo, mañana temprano tengo cosas que hacer pero volveré con algún trabajo que realices en las tardes, ya eres casi un hombre, es hora que aportes al hogar y sepas el valor del dinero.

Así esa noche se fueron sin cenar.

La madre salió casi de madrugada, los sábados trabaja ayudando en la mansión del pueblo.

Pedrito despertó con el sol del medio día y el gruñido de su estomago, recordó que tenia que comer, iría a ver si le sacaba unas frutas al vecino, tenia un perro grande pero él era muy rápido.



Pero…. Cuando sale de la casa ve un graaaan árbol y sonríe , las semillas eran mágicas.



“a los jóvenes audaces los puede llevar a lugares inesperados donde hay grandes fortunas.” Había dicho el hombre, y el era un joven audaz,  así que comenzó a subir.

CONTINUARA.......





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sábado, 26 de mayo de 2012

3.LA PRINCESA, EL PRINCIPE Y LA RANA



El príncipe Juan estaba muy feliz de nunca ser rey. Sentía una gran admiración por su hermano mayor y también un poco pena por la pesada carga que llevaría sobre sus hombros. Fuera de tener el destino del pueblo en sus manos se le exigía mucho en su comportamiento, en cambio él era mucho más libre y por lo tanto más feliz.



Juan también tenía un fuerte compromiso con el prójimo, así que siguió la vocación religiosa y El Señor lo premio con una esposa tan linda como buena, así con su esposa Consuelo decidieron partir a un lejano país difundir la fe y ayudar a la gente necesitada, donde no los conocieran y pudiera realizar su labor con libertas.  Sus padres, los reyes recibieron con una mezcla entre tristeza y alivio.



Su  nuevo hogar era hermoso, lleno de bellos colores y gente amable, todo mejoro aun mas cuando nació la bella Renata, una princesita de ojos azules y mirada picaresca, una niña sana y bella.

Tanto Juan como Consuelo cumplían muchas labores en la comunidad, el que Consuelo fuera enfermera ayudaba mucho y Juan además de evangelizar enseñaba a leer y escribir, y ayudaba a los aldeanos con los tramites. La bella Renata corría feliz con los niños del pueblo, de su educación se encargaban sus padres y recibía sus libros por un sistema de correspondencia.



Cuando Renata tenía 9 años se desato una epidemia muy fuerte en el pueblo, sus padres como medida de protección la enviaron unos días con unas ancianas y amables religiosas que tenían su casa de reposo a unos kilómetros de distancia, hasta que pasara la epidemia.  Eran unas señoras muy amables y cocinaban cosas muy ricas, lo único malo es que insistían en enseñarle a bordar y esas cosas. Tampoco podía correr a pie descalzo, pero no importaba solo serian unos días.

Fueron pocos días, pero por que la fatalidad toco la puerta de esta familia, Juan y Consuelo fueron presa de la peste y fallecieron en pocos días. Las religiosas se comunicaron con el único pariente vivo que le quedaba a la niña el rey.
El rey en este momento estaba con graves problemas pues su amada esposa acababa de fallecer al dar a luz, y ahí estaba con la pena y un chico recién nacido. Así que mando una delegación de eficientes funcionaron que recogieran a la niña y la llevarán al mejor colegio de señoritas, que ya estaba en edad para eso ya la visitaría él en cuanto pudiera, pues además de ser su pariente más cercano era su padrino.
Así Renata se encontró en un frio convento con unas religiosas muy  distintas a las que conocía, todo el día serias, siempre con reproches, que siéntate derecha, que así no se come, no eres digna de ser una princesa. Para la pequeña Renata, acostumbrada a recibir amor, fue como una pesadilla.
Nunca más recibió abrazos, solo podía llorar a escondidas, ya que las princesas parece tampoco lloran, es como si el color se fuera de su vida. Estaba sola, sus compañeras eran iguales a las religiosas, quizás llevaban mucho tiempo ahí.
Un día muy molesta porque una religiosa la tiraba fuertemente del brazo le dio una fuerte patada, ahí la encerraron en una fría y oscura celda durante 3 días sin comer, con una manta y un rosario para que pensara en su mal comportamiento, no sería el único castigo de su vida escolar.
El color había desaparecido de su vida, entre tanto color gris de las paredes, uniformes grises y hábitos negros. Quizás no solo el color, ella misma había desaparecido, a nadie le importaba si existía o no, ni a ella  misma.
Ya faltaba poco para obtener su libertad, a los 18 se tendría que ir, pero poco antes de eso llego un gran carruaje a buscarla, venían como cinco doncellas que sin ningún respeto o pudor la bañaron, de nada sirvieron sus protestas, le tironearon el pelo haciéndole un ridículo peinado, y le pusieron un corsé con el que apenas podía respirar. El rey necesita verla es lo único que le dijeron.
Llego a la precencia del viejo, ese culpable de todas sus desgracias, quien intento abrazarla, ella con gran esfuerzo logro quedarse quieta y no darle el empujón que hubiera querido.

“Querida sobrina – empezó el muy pomposo- como es de tu conocimiento la gran desgracia ocurrida en el reino – por un momento hizo un silencio y pareció quedarse pensando en algo, Renata no tenía idea pero tampoco le importaba así que siguió callada – Con la desaparición del príncipe heredero eres tú la que sigue en la línea de sucesión – ahí sí que Renata abrió inmensamente sus ojos.
“Yo soy muy viejo, se me ha concedido vivir más de lo oportuno y ahora sé porque, sé que no te he dedicado mucho tiempo, lo que ahora remediaremos, tienes que aprender rápidamente  ¿alguna consulta?
  • No
  •  Cuanto te dirijas a mi dirijas “no, su alteza” o “si, su alteza”
Renata respiro fuertemente “no, su alteza” los años con las religiosas le había enseñado  que a veces es mejor callar.
Así nuevamente las doncellas la trataron como si fuera una muñeca de trapo tironeándola, metiéndola en tinas llenas de rosas, refregándola, tirándole el pelo, torturándola con los corsés. Pero pronto ella aprendió que podía desquitarse con pequeños detalles,  decía que alguna estaba muy caliente, después muy fría, les hacia cambiarle los vestidos, encontraba todo sucio, esos eran los únicos pequeños gustos que se podía dar.

El resto eran aburridas charlas con el rey, que charlas monólogos, sobre lo que se esperaba de ella. A veces lograba arrancarse a los jardines que le recordaban a su madre, a veces también eso la enojaba y las pateaba, ¿Por qué tuvieron que abandonarla? ¿Por qué no se fueron cuando supieron de la peste? ¿Por qué no la dejaron con ellos y estarían todos juntos?.
Uno de esos días en que estaba especialmente triste paseaba por el jardín acariciando el anillo de diamantes había sido el anillo de compromiso de su madre, casi la única cosa física que le quedaba de ellos, sin saber cómo tropezó y el anillo voló de sus manos.
Desesperada se puso a buscarlo, pero no estaba por ningún lado
¿Qué buscas?

Mi anillo de diamantes – mirando alrededor no vio a nadie ¿Quién habla?
Yo- dijo un asqueroso sapo, detestaba los sapos
Quieres o no tu anillo?
Tráemelo - ordeno
Lo hare con una condición, que me tomaras entre tus manos y me llevaras a palacio y a tu dormitorio.
No lo hare
No habrá anillo
La princesa lo medito un rato y acepto
El sapo rápidamente encontró el anillo.
Y cuando la princesa se iba a marchar
El sapo le recordó el acuerdo a lo que ella respondió con una carcajada.
De un brinco el sapo de colgó de su vestido a los gritos de la princesa llego el rey que paseaba por ahí, pregunto que pasaba.
La princesa le conto lo que pasaba, y el rogaba que le sacara el asqueroso animal
El rey miro al sapo y sin saber porque recordó la hechicera,
- las promesas hay que cumplirlas o pueden pasar cosas terribles, prometiste y cumplirlas, -dijo con una voz que fuerte que la princesa no había escuchado, bastante asustada por el ceño fruncido de su padrino y con mucho asco tomo al sapo.


Al llegar a su dormitorio le dice aquí estas animal asqueroso y lo arrojo con fuerza al otro lado de la habitación azotándose fuertemente contra la pared, con tanta fuerza que cayo sentada en la cama, atónita vio en el suelo aun joven que parecía muerto y el espejo de la pared reflejaba una fea rana sobre la cama, muy asustada vio a su alrededor, todo estaba tan distinto, hasta que miro sus manos y comprendió que ¡ ella era la rana! .

De un saldo al tocador de otro a la ventana y ya estaba fuera del palacio ¡era libre!!!!, que importaba su aspecto, nadie le diría nada. Asi brincando feliz, cada vez mas lado, ¿hace tanto que no saltaba! Llego al estanque  y de un solo salto se sumergió en el agua, hasta podía nadar bajo el agua, la sensación era maravillosa, podía cantar tan fuerte como quisiera, saltar de hoja en hoja y parece era la mas linda del estanque ya muchos la miraban coquetamente.

A los pocos días escucho que el príncipe la llamaba, ella se escondo bajo una flor de loto, y cuando se iba salto cerca salpicándolo, y lo disfruto mucho manchando su blanco uniforme. Él se volvió pero no vio nada.



Un día el sapo mas valiente audaz, mejor cazador se acercó a ella con unas flores rogando su amor, la princesa lo pensó y decidió aceptar, era muy feliz como rana y no quería nunca mas ser una princesa mandada, apretada, triste y sola.
Sin embargo el príncipe, que su experiencia lo había cambiado mucho, estaba muy preocupado por la princesa, era el único en realidad, se sentía culpable de que ella quedara como rana por su culpa. Después de muchos esfuerzos encontró a la hechicera, que ya se le había pasado el enojo mas cuando su hija le conto que a los chicos escondidos detrás de los arbustos les mando un hechizo de granos en el trasero, de tanto reírse, en especial de que ellos no lo contaron a nadie se les paso el enojo. Así cuando el príncipe la encontró,  le conto sus experiencias, la hechicera lo miro a los ojos profundamente y vio un joven sincero que por fin se había puesto en contacto con la esencia bondadosa de su madre, decidido ayudarlo.

Así un día llegaron ambos frente al estanque, la hechicera respiro fuerte y dijo “princesa te convoco” tres veces lo tuvo que repetir, y la princesa aunque se resistía se para en una flor de loto en medio del estanque trataba de huir y no podía, ella no quería volver a ser princesa, era feliz siendo rana.  
Por favor, por favor señora hechicera no me haga volver a ser princesa, por favor- mas de su boca solo salía un croar- a la princesa rana lentamente le empezaron a caer las lagrimas, pensaba en su amado sapo, en sus amigas, por fin tenia amigas.
La hechicera levanto sus manos , miro fijamente a la rana, y de su mano de largos dedos del dual se desprendieron luces de colores dijo, larga vida y feliz vida princesa, que este lugar que de alegría y paz al espíritu.
Se volvió al príncipe y le dijo será tu obligación que por lo menos durante 100 años este será solo un lugar de pase, descanso y paz, quien lancé un piedra al estanque sus trasero de llenara de granos, dijo con una picara sonrisa, el protegerlo es tu tarea. Acá podrás encontraras paz cuando las tareas del reino te agobien, se dio vuelta y miro a la rana princesa, que bajo la cabeza  pensó que ese pobre príncipe, lo cargarían con todas esas obligaciones, no le tiraría mas agua.
-        ¿y la princesa? Dijo el agobiado príncipe
-        ¿confías en mí?
-        Si señora
-        Ella esta bien y feliz, no quiere ser encontrada.
-        ¿Cuidaras el estanque? - pregunto la hechicera.
-        Siempre – Dijo el príncipe con firmesa y mientras veía a la hechicera alejarse en su escoba supo que este estanque seria siempre su lugar especial.
Y Renata tuvo una larga vida, que le permitió tener tres esposos que la hicieron muy feliz, jugo salto y canto hasta el ultimo de sus días, siendo quizás la princesa mas feliz de la que nunca se supo.